El empleo de la radioecosonda o georradar desde la superficie de un glaciar o a cierta altura sobre él (desde helicóptero o avión) nos permite determinar características geométricas o estructurales del mismo.
Por ejemplo, el espesor de hielo, su estratificación interna y la posible presencia de canales endoglaciares o grietas sepultadas por la nieve.
El método se basa en las técnicas radar: midiendo el tiempo transcurrido entre la emisión de una onda electromagnética (e-m) y la recepción del eco de la misma, y suponiendo conocida la velocidad de propagación de las ondas e-m en el hielo, podemos estimar la distancia a la que se encuentra el cuerpo o estructura (estrato, grieta, lecho del glaciar) que generó la reflexión de la onda emitida.
Puesto que la velocidad de propagación de las ondas e-m depende de características físicas del hielo tales como su permitividad dieléctrica o su contenido en agua (agua líquida contenida en los poros o microcanales entre los cristales de hielo), el análisis de los registros de georradar nos permite también estudiar este tipo de propiedades. La intensidad de la reflexión en el lecho del glaciar depende de la cantidad de agua presente en la interfaz entre el glaciar y su lecho, y también de la rugosidad del lecho rocoso, por lo que el georradar constituye también una herramienta idónea para conocer la estructura y propiedades de una zona del glaciar que es inaccesible para la observación directa.